El día que mataron a Somoza

Por Mónica Zub Centeno

Era la mañana del 17 de septiembre de 1980 y los habitantes de Asunción se preparaban para los festejos de la primavera. Pero pasada las 9 de la mañana, un fuerte estruendo paralizo la ciudad. Era la detonación de una bazzoka RPG2 que acababa con la vida de quien fue el ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza Debayle. Su auto fue interceptado por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), comandado por Enrique Gorriaran Merlo. Con Somoza, murieron su asesor financiero Jou Baittiner y el chofer César Gallardo.

Somoza Debayle había aterrizado en Paraguay la noche del 19 de agosto de 1979, exactamente un mes después de haber sido derrocado en Nicaragua. Fue recibido por el Ministro del Interior Sabino Augusto Montanaro, quien en una breve reunión con los medios de comunicación, dio a conocer los detalles referentes a la presencia de Somoza.

Desde su llegada, Somoza fue tapa de distintos medios de prensa en el país, quienes adelantaban temas de interés sobre el “invitado ilustre de Stroessner”, sus inversiones, el estado de su permanencia en el país, la situación en Nicaragua y hasta un posible retorno del mismo a su país de origen, tema que trascendió las fronteras paraguayas en el titular del diario HOY cuando Somoza afirmó: “Yo volveré un día a Nicaragua”.

Días después, la Cámara de Diputados trató la presencia de Somoza en el país y el diario La Tribuna destacó las palabras de la diputada liberal Ligia Prieto de Centurión: “la presencia del más sanguinario dictador de la historia es una burda provocación al pueblo paraguayo. La comparación del mismo con Sarmiento es una afrenta a la conciencia libre de la ciudadanía (…) pido que este tiranuelo sea entregado al pueblo de Nicaragua”. Otra de las pocas manifestaciones en los medios en contra de la presencia de Somoza, fue el comunicado de la Central de Trabajadores que repudiaba la presencia del General Somoza afirmando que no beneficiaria la imagen internacional del Paraguay.

Poco se podía escribir en contra del visitante de Stroessner, la censura en los medios y la poca información hacía más difícil la labor periodística. Pero cuando se dio a conocer su presencia y permanencia en el país, el ERP ya se preparaba para realizar la acción que acabaría con su vida.

En sus memorias, Gorriaran afirma que “la acción contra Somoza no fue concebida como un atentado individual, por venganza, sino como una emboscada contra el jefe de la contrarrevolución nicaragüense”. Sabiendo esto, Gorriaran recuerda que “reunimos un grupo de doce compañeros, que estaban bajo mi responsabilidad, y comenzamos a prepararnos para actuar sobre Somoza en Asunción. Habremos empezado a fines del 79; hicimos una serie de cursos sobre métodos conspirativos, seguimiento, chequeo de objetivos, utilización de distintos tipos de comunicaciones”.

Cómo logró ingresar un grupo guerrillero con gran armamento en el país, lo responde Roberto Sánchez alias “Armando” en una entrevista dada a Claribel Alegría: “todo lo que tiene olor a dinero en Paraguay es digno de respeto. El ser humano vale por lo que aparenta. Cuando trasladamos las armas, lo mismo. Íbamos cargados de armas, pero con aspecto de burgueses. Esos países tan oprimidos están acostumbrados a que el que tiene dinero es el que manda. Nosotros eso lo explotábamos. Cualquier problemita que teníamos nos poníamos firmes allí y el policía sabe que el dinero tiene más poder que todo con ese gobierno corrupto. Con diez dólares uno compra a un juez. Todas esas cosas, aunque a uno le revuelvan el estómago, las tiene que aprovechar. Llegamos a Asunción sin problemas”.

Una vez instalados en la capital y con las armas necesarias, el comando se dedicó a buscar las pistas de donde vivía Somoza. Así, una de las integrantes del comando subió a un taxi y pidió que el mismo la llevara “a una peluquería que quedaba cerca de donde vivía un tal Somoza”. El taxista no sabía pero preguntó en una Comisaria. Para sorpresa de ellos, la Comisaría dio las indicaciones y efectivamente había una peluquería cercana a la casa alquilada por Somoza.

A partir de ahí, empezaron a controlar el lugar, pero como en cualquier país bajo una dictadura, circular a cualquier hora era casi imposible, así que surgió la idea de hacer una “sociedad” con un kiosquero que se encontraba a dos cuadras de la casa de Somoza, facilitando la vigilancia.

Sus salidas siempre eran hacia el centro de Asunción y sobre la misma calle (Avenida España), a pesar de tener esto como ventaja, las salidas eran irregulares, dificultando armar la estrategia del atentado. En sus memorias, Gorriaran afirma que incluso era más frecuente ver al propio Stroessner que a Somoza.

Ante esto, tuvieron recurrir a una estrategia más favorable para poder mantenerse por más tiempo en la zona lujosa sin levantar sospechas. Fue ahí donde surgió la idea de alquilar una casa a nombre de Julio Iglesias, con el argumento de que el cantor español estaría visitando el país y necesitaba toda la comodidad para ofrecer un show y disfrutar de su estadía en Paraguay.

¿Cómo lograron el silencio de las dueñas de la inmobiliaria? Prometiéndoles una foto con el artista. Pero para ello, debían prometer discreción para que nadie supiera que él se estaría hospedando de esa vivienda.

¡Blanco Blanco! dijo la voz “Pepe” a través del walkie-talkie dando aviso de la llegada del Mercedez Benz de Somoza a la zona donde estaba preparado el comando.

Una granada de bazzoka fue lo que finalizo el trabajo, luego que el cohete destinado para ser lanzado, fallara. Para lograr el objetivo Gorriaran y Sánchez tuvieron que salir y disparar desde la calle. Cómo quedó el vehículo y los cuerpos de los tres tripulantes es de público conocimiento.

Hugo Irurzún alias “Capitán Santiago” fue sorprendido por la policía en la casa mientras se disponía a tomar algunas armas y dinero. Fue llevado a investigaciones para ser interrogado sobre el atentado y sus compañeros. Si bien, en los medios de la época circuló la falsa noticia de que Irurzún murió por las heridas producto del enfrentamiento, años más tarde se supo que el murió bajo tortura y hasta el día de hoy sus restos permanecen desaparecidos.

Como todo hecho que produce alteraciones a una falsa estabilidad política (como fue la del gobierno de Alfredo Stroessner) es necesario conocer que pasó en Paraguay luego del atentado.

Se vinieron tiempos terrible para los habitantes del Paraguay, Stroessner había lanzado la mayor caza de hombres de la historia del país. El operativo de búsqueda fue conocido como “rastrillaje”. La policía movilizó alrededor de 8 mil hombres para buscar a los involucrados en el atentado. Los puertos de Encarnación, Puerto Presidente Stroessner (hoy Ciudad del Este) y Pedro Juan Caballero fueron totalmente cerrados. El mayor control se focalizó en perseguir a los argentinos que residían en Paraguay, porque se había filtrado la informado que los que perpetraron el atentado eran del país vecino. La operación rastrillo ha tenido como resultado una especie de limpieza de muchos argentinos cuya estadía en el Paraguay era ilegal.

El atentado de la primavera del 80 fue un motivo (más) para el encarcelamiento y represión. En uno de los artículos sobre el caso, el periodista Hugo R. Olazar afirma que “como chivos expiatorios, (Pastor) Coronel hizo arrestar entre otros, al comisario Francisco González León por un año y medio, así como al dueño de `la casa de Julio Iglesias´, el ingeniero Alberto Montero de Vargas. Centenares de argentinos fueron arrestados”.  

Sin dar con los responsables del atentado, todos salieron por diferentes partes de la frontera, excepto de Irurzún.

A más de cinco mil kilómetros de distancia, los periodistas preguntaron al Ministro del Interior y fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua, Tomás Borges sobre quienes habían matado a Somoza, por lo que este, a modo de desvincularse de cualquier responsabilidad, cito el verso de Lope de Vega que dice:

¿Quién mató al Comendador?

¡Fuenteovejuna, Señor!

¿Quién es Fuenteovejuna?

¡Todo el pueblo, a una!

¿Qué nos quiso decir Lope de Vega y porque no, Tomas Borge? que todo pueblo que desea cambiar el sistema social imperante, que desea justicia y que no la consigue por medio de sus gobernantes, hace justicia por mano propia. Según el escritor José María Marín  no hay ningún vecino que, aun siendo sometido a tortura, delate al autor directo de las muertes.

Mientras un país enfrentaba persecuciones y hostigamiento, el otro declararía ese día como un día de alegría y fiesta nacional.

Ambos dictadores – Somoza y Stroessner- son recordados como capítulos oscuros de Latinoamérica. Somoza por su cinismo, soberbia, crímenes, la miseria con la que trató al pueblo nicaragüense y por su puesto, por las circunstancias de su ejecución. Mientras que Stroessner, el dictador que sufrió un golpe de estado por su consuegro (Andrés Rodríguez), enriquecido él, su familia y allegados, se exilió  en Brasilia hasta su muerte, sin nunca haber sido sometido a juicio por los crímenes cometidos.

¿Algún día vamos saber la verdadera relación entre Somoza y Stroessner? ¿Tuvo algo que ver Stroessner con el atentado? ¿Facilitó el gobierno paraguayo la entrada y permanencia del ERP en el país y la posterior ejecución a Somoza? Son las preguntas aún por responder.

 

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